Hoy a las 20:00 me despido de Pochi. No recuerdo cuando llegaste a casa, pero sí recuerdo llevarte dentro de la sudadera para que no pasases frío. Recuerdo cuando te lanzabas a la piscina de los abuelos. Recuerdo cuando te comiste un paquete de tabaco y parecía que estabas poseído. Recuerdo tantas cosas y a la vez tan pocas… Porque han sido tantas… Has estado 19 años conmigo. Me has visto hacer la comunión, ser adolescente, graduarme en la universidad, llegar de trabajar a las 5 de la mañana… Has pasado tanto tiempo conmigo que no recuerdo mi vida antes de tenerte. Siempre has estado aquí. Todos los días, a todas horas. Llevo 19 años saludándote al llegar a casa y despidiéndome al salir. El problema es que no se cómo va a ser mi vida sin ti. Aunque lleve tantas horas sin poder dormir, aunque lleve tantas horas llorando, aunque no pare de imaginar que rejuveneces 10 años y vuelves a correr y a saltar como antes, no me arrepiento de haber compartido contigo ni el más mínimo segundo. Si acaso, me arrepiento de no poder estirar más las horas para seguir aquí en el sofá, a tu lado. Porque sigo siendo un niño que quiere jugar con su perro al llegar del instituto, aunque a partir de hoy tenga que ser un niño que quiere jugar con su perro, donde sea, el día que yo también me vaya. Espérame allí, por favor. Te quiero mucho y te voy a echar muchísimo de menos, Pochi. Hasta pronto, amigo.